Breve historia de Toledo

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Toledo es una antigua población celtíbera, durante la época romana recibió el nombre de Toletum, y aunque los vestigios arqueológicos son muy considerables, fue una ciudad secundaria, que empezó a ser importante cuando en el 400 se convirtió en sede de los Concilios toledanos. Con la monarquía visigoda, que estableció en Toledo su capital, adquirió gran importancia. En 711 Táriq la sometió al dominio musulmán, pero fue un foco de disidencias y escenario de continuas rebeliones. En 797, durante el emirato de al Hakam I, estalló una de estas sublevaciones contra Córdoba, y el emir envió al gobernador de Huesca, el muladí Amrüs b Yüsuf Amorroz, para someter la ciudad.

La represión llevada a cabo por Amrüs, que culminó en la llamada “jornada del foso”, mantuvo sumiso por un tiempo el espíritu rebelde de los toledanos. Finalmente Abd al Raliman III la sometió al califato cordobés a principios del s. X. Durante la dominación musulmana se desarrolló una floreciente artesanía. En el s. XI, al desintegrarse el califato, se convirtió en capital de un reino de taifa. El rey de Toledo al Qadir pidió ayuda a Alfonso VI para derrocar al usurpador al Mutawakkil, situación que aprovechó el monarca castellano para someter en 1085 todo el reino mediante un pacto de capitulación por el cual se garantizaba a los pobladores musulmanes la seguridad de sus personas y bienes. Toledo fue un importante centro de mozarabismo. Alfonso VI encontró en Toledo gran diversidad racial y lingüística (mozárabes, judíos y musulmanes), diversidad que facilitó la creación de la escuela de traductores en el s. XIII, a la que dio gran impulso Alfonso X el Sabio.

Batalla de Vilalar. Obra de Manuel Pico y López colección BBVA
Momentáneamente se toleró a la población musulmana y judía la práctica de sus ritos religiosos, pero esta actitud duró poco tiempo, y finalmente los cristianos se apoderaron de la mezquita, que transforma ron en catedral. En el s. XV se convirtió en importante centro pañero castellano. La comunidad judía contribuyó de manera considerable al desarrollo económico de la ciudad, pero fue expulsada en 1492. Los Reyes Católicos urbanizaron y engrandecieron a Toledo, y en la catedral toledana se proclamó a Juana y a Felipe el Hermoso como herederos de la corona (1502). Toledo fue el foco inicial de la rebelión de las Comunidades de Castilla contra Carlos V (1520-22), y de allí partieron las directrices ideológicas del movimiento. Dirigidos primero por Padilla y luego por la viuda de éste, María de Padilla, los comuneros toledanos fueron los que mayor resistencia ofrecieron a las imposiciones de Carlos V. Desde el traslado de la capitalidad de la monarquía a Madrid en1563, Toledo entró en una fase de decadencia, que se agudizó durante los últimos Austrias.

Tampoco la monarquía borbónica pudo lograr la recuperación de la ciudad, y durante el s. XVIII entraron en decadencia definitiva sus industrias de sedas y lanas. Durante el s. XIX fue una capital provinciana, muy lejos del esplendor y la gloria que en tiempos pasados la convirtieron en el centro del país. En 1936, al estallar el Alzamiento Nacional, Toledo quedó dentro de la zona republicana, pero su Alcázar, en el que se hallaba instalada la Academia Militar, se convirtió en un reducto nacionalista cuya resistencia, hasta su liberación por las tropas del general Varela (28 septiembre 1936), alcanzó gran renombre.